Sapientia Amoris. Testimonio monjas del Císter – Sevilla
El 26 de febrero se celebró la culminación de la fase editorial del Plan de Teología para la Vida Contemplativa Sapientia Amoris. Tres religiosas contemplativas, que han seguido este proceso formativo, ofrecieron sus testimonios. Ofrecemos hoy el primero de ellos. En números sucesivos de Noticias ofreceremos los otros dos testimonios
Es una gracia poder hacer eco y compartir la riqueza que esta formación teológica para la vida contemplativa ha traído a nuestra comunidad y también a los laicos cistercienses adscritos a nuestro monasterio.
Hablar de Sapientia Amoris es hablar de un deseo muy vivo de Nuestro Padre San Bernardo, quien quería que la teología suscitara en sus monjes, y en todo aquel que la penetra, la experiencia viva e íntima de Dios. Así lo expresó el Papa Benedicto XVI en la Audiencia General del 4 de noviembre de 2009, al decir (cito):
“La teología tiene un único fin: el de promover la experiencia viva e íntima de Dios. La teología es por tanto una ayuda para amar cada vez más y mejor al Señor, […] En este camino, hay diversos grados, que Bernardo describe detalladamente, hasta el culmen, cuando el alma del creyente se embriaga en las cumbres del amor. El alma humana puede alcanzar ya en la tierra esa unión mística con el Verbo divino, […] El Verbo divino la visita, elimina las últimas resistencias, la ilumina, la inflama y la transforma. En esta unión mística, ésta goza de una gran serenidad y dulzura, y canta a su Esposo un himno de alegría. Como recordé en la catequesis dedicada a la vida y a la doctrina de san Bernardo, la teología para él no puede sino nutrirse de la oración contemplativa, en otras palabras, de la unión afectiva del corazón y de la mente con Dios”. (fin de la cita)
Desde esta perspectiva, la formación en nuestro modo de vida particular es una herramienta de gran valor, tanto en el periodo inicial como en la formación permanente, la cual contribuye a amar más al Señor, a la conversión, y a dejarnos inflamar y transformar en las esposas de Cristo.
Queremos testificar que esta formación teológica para la vida contemplativa está muy bien pensada para lograr todo eso, ya que nos ayuda a penetrar en el don de la vocación bautismal y en la especial consagración de nuestra vida monástica; igualmente nos ayuda a profundizar en el don de la Iglesia y en la espesura de la Revelación del Amor de Dios, por medio de toda la Historia de la Salvación. Así, junto con la Sagrada Liturgia, la lectio divina, la oración y el trabajo de cada día, Sapientia amoris nos ayuda a crecer en una fe orada y también razonada, al tiempo que nos confirma en la propia vocación contemplativa.
Una de las razones por las que hemos elegido Sapientia Amoris para que sea la formación que se realice especialmente en el juniorado de nuestra Comunidad, es porque es una formación teológica para la vida, que nos lleva a profundizar en el Magisterio de la Iglesia, sus documentos, y con la sólida base del Catecismo… Quienes hemos profesado una vida íntegramente contemplativa encontramos en Sapientia amoris una formación que lleva a una configuración con Jesús, sin que la preocupación con el resultado académico genere -como lo hace en el mundo- la competitividad y el estrés.
Comunitariamente hemos estado más recientemente profundizando en la Teología de la Vida Consagrada, libro Nº. 17 de la colección Sapientia Amoris. Y lo hemos hecho con una dinámica que nos ha puesto en relación con otras comunidades de vida contemplativa. Reunidos una vez por semana vía Zoom y acompañados por la M. Pilar Avellaneda Ruiz, hermana nuestra, monja cisterciense y profesora autora en el Plan, hemos ido desgranando cada folleto y lo hemos profundizado comunitariamente. Ha sido muy enriquecedor compartir y potenciar de este modo nuestra formación monástica junto con otras hermanas de otros carismas, viviendo la riqueza de la sinodalidad, creciendo juntas, en la esencia común de la vida contemplativa, que tiene como identidad propia ser esposas de Jesús, llamadas a vivir en una comunidad de amor y para la misión de salvar a esta generación desde nuestra vida entregada, según la voluntad de Dios.
Igualmente, nuestros laicos cistercienses se ven enriquecidos de esta formación, pues a ellos se la hemos presentado como una formación teológica sistemática, y con ellos hemos comenzado a trabajar con la asignatura de la Revelación. Estos seglares, vinculados a nuestra familia monástica, es gente casada, con trabajos y ocupaciones diversas, insertos en el mundo, pero igualmente necesitados de formación.
Estos amigos laicos agradecen mucho el contenido de Sapientia amoris, y, partiendo de cada folleto, comprobamos que los lleva también a amar más a Jesús, su Iglesia, a valorar más el don y la belleza de la fe.
Por todo esto, que sucintamente hemos comentado en este breve testimonio, queremos agradecer todo el esfuerzo que ha conllevado realizar este gran trabajo que se ha realizado no sin gran sacrificio y pensando en nosotras, en nuestra buena formación, y en todo lo que nos pueda hacer crecer como consagradas de vida contemplativa.
No quisiéramos terminar sin recordar al Padre José Luis Cepero, un hombre lleno del celo por la buena formación de las monjas, quien soñó con esta formación como un medio fundamental para la renovación de la vida contemplativa. Hoy, su sueño, es una realidad, felizmente acompañada por sus queridas hermanas e hijas, las religiosas de “Mater Dei” y por el coordinador general del Plan y hermano de su Congregación, el P. Rafael Belda. Deseamos que el P. José Luis desde el cielo nos acompañe e interceda por nosotros.
Que el Señor recompense con el ciento por uno a todos los implicados en este gran plan de Formación Teológica para la Vida Contemplativa que hoy celebra su culminación editorial y que ha servido, sirve y seguirá sirviendo para que muchos corazones consagrados en la vida monástica se eleven a Dios y conozcan más y más el Misterio de su Amor.
¡Gracias por todo!
Si alguna comunidad desea seguir el proyecto formativo Sapientia Amoris, contactar por estos medios:
Correo postal:
Universidad Eclesiástica San Dámaso (Sapientia amoris)
c/ Jerte, 10
28005 Madrid (España)
Correo electrónico: sapientiaamoris@sandamaso.es
Teléfonos Secretaría Sapientia Amoris
91 364 40 10 ext. 12131 (martes y jueves, de 10:30 a 13:30 h.)
683 326 959 (miércoles y viernes, de 10:30 a 13:30 h.)


Concepción, la Iglesia necesita de oración evangelizadora que impulse la acción evangelizadora de los cristianos en el mundo». Asimismo, explicó que «la consagración y la profesión perpetua de unas personas jóvenes como vosotras es una interpelación, un interrogante para el mundo actual. Hay muchas personas que hoy se preguntan: ¿Por qué unas personas jóvenes deciden vivir su vida de clausura en un convento para dedicar su vida a la oración? ¿Cómo unas personas jóvenes pueden encontrar sentido al dedicar la vida a rezar? ¿Por qué habrán decidido renunciar al mundo y consagrar su vida a Dios? Y la respuesta a todos estos interrogantes la encuentran las personas del mundo cuando se acercan a vuestra vida, a vuestra consagración, a vuestra forma de pensar y de vivir y se dan cuenta de que para vosotras es mucho más importante lo que habéis encontrado que todo aquello a lo que habéis renunciado».

“CLAUNE no olvidará nunca el acierto de sus orientaciones, el aprecio por las Hermanas de vida contemplativa, la clarividencia en su forma de regir este Instituto, humilde pero fructuoso, por el que él sentía una cierta predilección. Se interesaba por todos los asuntos concernientes a la Institución contestaba todas las cartas que se le dirigían, casi siempre de su propia mano. Nunca negó su intervención en cualquier asunto que se presentara. Como director general de CLAUNE, no puedo recordar sin admiración la amabilidad con que me recibió en el palacio arzobispal de Toledo y su generosidad para aceptar el cargo de presidente, a pesar de las muchas ocupaciones a las que tenía que atender. Se había ganado con su bondad el cariño y la gratitud de todas las personas que lo tratamos como a nuestro Presidente.”
Como en un cuerpo físico, cada parte, cada órgano, cada célula de un «cuerpo carismático» influye en el resto. Lo que sucede en una parte del cuerpo afecta al conjunto. Y lo que sucede en todo el cuerpo como tal repercute de alguna manera en cada una de sus partes.
Digo también “sinodalidad”, no sólo porque estamos en vísperas de la primera Asamblea del Sínodo que tiene precisamente este tema, sino porque me parece que la metáfora de la orquesta puede iluminar bien el carácter sinodal de la Iglesia. Una sinfonía vive de la hábil composición de los timbres de los diferentes instrumentos: cada uno da su contribución, a veces solo, a veces unido a otro, a veces con todo el conjunto. La diversidad es necesaria, es indispensable. Pero cada sonido debe contribuir al diseño común. Y para ello, la escucha mutua es fundamental: cada músico debe escuchar a los demás. Si uno se escuchara sólo a sí mismo, por sublime que fuera su sonido, no beneficiaría a la sinfonía; y lo mismo ocurriría si una sección de la orquesta no escuchara a las demás, sino que tocara como si estuviera sola, como si fuera el todo. Y el director de la orquesta está al servicio de esta especie de milagro que es cada vez la interpretación de una sinfonía.